T.1: El teatro (Plauto, Terencio y Séneca)





1. Orígenes de la literatura dramática romana: tragedia y comedia

La palabra drama procede del verbo griego dráo, que significa “actuar”. Con este término se designaba en la antigua Grecia un género literario que englobaba la comedia, la tragedia y el drama satírico. Atendiendo a esta clasificación, se suele considerar tradicionalmente a Livio Andrónico el introductor de dicho género en Roma, pues fue el primer autor que representó una tragedia traducida del griego en los Ludi Romani del año 240 a.C.

Sin embargo, Tito Livio relata que ya en el 364 a.C. bailarines etruscos representaron en Roma danzas mímicas con acompañamiento de flauta (danzas etruscas). Por otro lado, ciertas manifestaciones del teatro cómico popular, de indudable origen itálico, influyeron también en el nacimiento y la formación de la comedia romana con características propias e independientes del drama griego. Cabe citar entre ellas los fescennini versus, poemas procaces y licenciosos que se cruzaban varios personajes de forma improvisada; las saturae, diálogos en metros variados, acompañados de cantos y sostenidos por un flautista, a cargo de actores profesionales nacionales; y, sobre todo, la fabula Atellana, representada por actores no profesionales provistos de máscara que encarnaban personajes arquetípicos: Maccus (el tonto), Pappus (el viejo), Dossenus (el jorobado), Buccus (el comilón)...


En Roma, el teatro fue considerado siempre un espectáculo, y las representaciones (ludi scaenici) tenían lugar en el marco de grandes fiestas públicas, como los Ludi Apollinares, celebrados en julio en honor de Apolo, o los Ludi Romani, organizados en septiembre en honor de Júpiter. Su celebración coincidía con la de las carreras de carros (ludi circenses) o las luchas del anfiteatro (ludi gladiatorii). Al principio no existían teatros estables en Roma, y los actores acudían allí donde se celebraba cualquier fiesta. Más tarde se construyeron teatros desmontables de madera, y en el año 55 a.C. Pompeyo mandó levantar el primer teatro romano de piedra, al que siguieron los de Marcelo y Cornelio Balbo. Posteriormente, todas las ciudades del Imperio edificaron sus propios teatros a imitación del modelo romano. 

Las compañías de teatro, denominadas greges, eran de carácter profesional y estaban dirigidas por un empresario (dominus gregis), que solía ser el director de escena y, a menudo, también actor. Tanto los papeles masculinos como los femeninos eran interpretados por hombres, travestidos con pelucas o máscaras. Normalmente, los actores eran esclavos y carecían de derechos civiles. Las representaciones eran gratuitas, subvencionadas por los magistrados públicos, en particular los ediles, con el fin de ganarse el favor popular en las elecciones.


La literatura dramática romana se clasifica en dos tipos fundamentales: tragedia y comedia. Esta división se basa en diferencias profundas de contenido, tono y lenguaje: la tragedia suele tener como protagonistas a dioses, héroes o personajes míticos, inmersos en situaciones límite de aflicción o espanto; plantea graves problemas morales derivados de las pasiones humanas, y presenta una acción seria, de tono elevado, caracterizada por un lenguaje solemne. La comedia, en cambio, pone en escena a personajes comunes, en muchos casos de escasa complejidad psicológica, con más vicios que virtudes y con un lenguaje mediocre y a menudo grosero. Así pues, mientras que la tragedia tuvo desde la Antigüedad griega una pretensión de utilidad moral (prodesse), la comedia latina, con su típico final feliz, buscaba, ante todo, delectare (deleitar). Ambos géneros, al igual que sus modelos griegos, utilizan el verso como forma de expresión y suelen alternar las partes dialogadas con las cantadas por el coro, acompañadas a veces de música y danza.

2. La comedia romana: subgéneros y principales cultivadores
          
Atendiendo al orden cronológico de aparición, el primer subgénero de la comedia romana es la conocida como fabula palliata, así denominada por la vestimenta de los actores, el pallium o manto griego, y cuyos personajes y ambientación son también de origen griego. Además del creador del género, Livio Andronico, el primer comediógrafo importante que cultivó las palliatae fue Nevio, autor de más de treinta comedias de este tipo. Posteriormente, las paliatas alcanzaron su máximo apogeo con las figuras capitales de Plauto y Terencio. 

El segundo subgénero cómico, de aparición más tardía, es la fábula togata. Su nombre hace referencia a la toga, vestidura tradicional romana, y tanto sus personajes como su temática y ambientación fueron totalmente romanos o itálicos. Aunque surgió en el siglo III a.C. con las comedias de Titinio, su florecimiento se sitúa a finales del siglo II a.C. con las obras de Lucio Afranio.

2.1. Plauto


Tito Macio Plauto nació en Sarsina, al norte de Umbría, en el seno de una familia humilde. Según Aulo Gelio, antes de dedicarse al teatro Plauto había realizado otras muchas actividades de tipo comercial, aunque con tan poca fortuna que incluso se vio obligado a trabajar en un molino, empujando la rueda de la muela, para sobrevivir. De estas experiencias adquirió sin duda el profundo conocimiento de la vida de los esclavos y de sus relaciones con los amos que tan magníficamente refleja en sus comedias. Hacia el 205 a.C., se estableció en Roma y comenzó a desarrollar su actividad como comediógrafo alcanzando un 
notable éxito. Se convirtió en el autor más popular, y su desaparición fue muy lamentada.

De las 130 obras que se le llegaron a atribuir, el gramático Varrón estableció en 21 el número de comedias auténticas de Plauto. Resumimos a continuación el argumento de algunas de las más conocidas: 
• Amphitruo (Anfitrión). Es la única obra plautina de asunto mitológico. Cuenta el engaño tramado por Júpiter, que toma la apariencia del general Anfitrión, aprovechando su ausencia, para tener relaciones 
amorosas con la esposa de este, Alcmena. Mercurio, transformado a su vez en Sosia, el esclavo de Anfitrión, lo ayuda en el engaño. Fruto de esta relación nacerá más tarde Hércules. 
• Asinaria (La comedia de los asnos). Un viejo verde, llamado Demeteo, intenta ayudar a su hijo, que está enamorado de una prostituta. La madre de esta, que ejerce de alcahueta, exige una cantidad de dinero de la que no disponen para entregarles a la muchacha. El padre consigue el dinero con la venta de unos asnos de su rica esposa, pero pone como condición para dárselo a su hijo pasar la primera noche con la cortesana. Finalmente, la esposa del viejo descubre el plan y le impide lograr sus propósitos. 
• Aulularia (La comedia de la olla). Euclión, un viejo avaro, encuentra una olla llena de monedas de oro 
enterrada en su casa por uno de sus antepasados. Como no se fía de nadie, la vigila día y noche sin descanso. Un vecino viejo y rico pide la mano de la hija de Euclión, que en realidad tiene amores con el joven Licónides. Cuando ya están dispuestos los preparativos para la boda con el viejo, Euclión trata de esconder la olla llena de oro en el templo de Fides, pero Licónides lo sigue y la roba. Por último, los dos jóvenes se casan y reciben la olla como dote. 
• Menaechmi (Los gemelos). Dos hermanos gemelos, hijos de un comerciante siciliano, se separan siendo niños al ser raptado uno de ellos. El otro, ya adulto, decide buscar a su hermano, y cuando llega a la ciudad donde este vive todos lo confunden con él, incluso su amante y su mujer, lo que provoca situaciones equívocas y de gran comicidad. Al final, los hermanos se encuentran y se resuelve el malentendido. 
• Miles gloriosus (El soldado fanfarrón). Pirgopolinices, un militar fanfarrón y mujeriego, es repetidamente burlado por Palestrión, el esclavo de un joven que está enamorado de una esclava raptada por el soldado fanfarrón. Finalmente, la esclava y su joven amante logran reunirse de nuevo y el militar queda en ridículo 

Otras comedias famosas de Plauto son Curculio (El gorgojo), Pseudolus (El tramposo), Captiui (Los cautivos), Bacchides (Las báquides), Mostellaria (La comedia del fantasma), Trinummus (Las tres monedas), etcétera.

Las obras plautinas pertenecen al género de la fábula palliata e imitan a las de los autores griegos de la llamada Comedia Nueva (siglos IV y III a. C), en especial a Menandro. No obstante, se pueden encontrar en ellas elementos de la antigua fábula Atellana, de origen itálico. Todas las comedias van precedidas de un prólogo en el que uno de los personajes cuenta el argumento de la obra y solicita el favor del público para la representación.

Los personajes de las comedias de Plauto responden a estereotipos muy característicos: el proxeneta, el joven enamorado, el viejo avaro y libidinoso, la esclava que resulta ser de origen noble, el militar engreído, el esclavo astuto, etc. Aunque en algunas ocasiones el asunto puede ser de tipo moralizador o ejemplificante, predomina el tono de farsa. Muchas de las obras son el resultado de la contaminatio o mezcla de argumentos de varias comedias griegas reelaboradas en atención a su público latino. La constante búsqueda del efecto cómico es patente en la utilización de la lengua popular y en los recursos estilísticos empleados: juegos de palabras, aliteraciones, reiteraciones insinuantes, distorsiones onomásticas, anáforas, etc. La parodia, la ironía, la caricatura grotesca de personajes y situaciones y las comparaciones hiperbólicas constituyen otros elementos que confieren mayor originalidad al teatro de Plauto. 

2.2. Terencio

Publio Terencio Afro fue un esclavo de origen africano nacido en Cartago. En Roma estuvo al servicio del senador Terencio Lucano, quien le otorgó la libertad después de haberle procurado una excelente educación. Gracias a su talento logró la amistad de varios personajes romanos ilustres, como Escipión el Africano o Lelio, aunque no faltaron voces que lo acusaron de haberla conseguido mediante favores sexuales, dada su gran belleza. Hacia el año 159 a.C. emprendió un viaje de estudios a Grecia del que ya nunca regresaría. 

La producción terenciana se reduce a seis comedias, pertenecientes todas ellas al género de la palliata y fechadas entre los años 166 y 160 a. C: 
• Andria (La muchacha de Andros). 
• Heautontimorumenos (El torturador de sí mismo). 
• Eunuchus (El eunuco). 
• Phormio (Formión). 
• Hecyra (La suegra). 
• Adelphoe (Los hermanos).

Las comedias de Terencio se caracterizan por la helenización completa de forma y contenido (manifiesta ya en los títulos mismos de las obras), la tendencia a la supresión de motivos populares y su deliberada intencionalidad ética y moralizante. Su obra ha pasado a la posteridad como modelo de humanitas.

Dirigidas a un espectador culto, buen conocedor de la literatura griega, sus comedias carecen de la espontaneidad y frescura del teatro de Plauto, así como de los recursos destinados a provocar la carcajada fácil. El público de la época, acostumbrado a las desenfadadas comedias plautinas, no supo captar el mensaje educativo ni la humanitas de Terencio, por lo que sus obras no lograron tanto éxito como las del umbro. En la Edad Media, sin embargo, se convirtió en el autor escolar por excelencia y en modelo de lengua. Sus obras constituyen, junto con las de Séneca y Plauto, el germen del teatro europeo en lengua vernácula. También fue Terencio muy estimado por los humanistas: Erasmo publicó en 1532 una edición de sus comedias, y autores como Petrarca, Montaigne o Bossuet manifestaron su admiración por ellas. 

3. La tragedia romana primitiva 

Al igual que en la comedia, los tratadistas antiguos distinguieron dos tipos de tragedias atendiendo a la temática y ambientación de las mismas: la fábula graecanica o crepidata, de motivo griego, y la fábula praetexta, cuyos argumentos se centraban en asuntos romanos, especialmente los relacionados con la vida pública, y en la que se narraban hechos destacados de personajes de la escena política romana. 

Aunque tanto Livio Andronico como Nevio y Ennio hicieron adaptaciones de tragedias griegas y, al parecer, compusieron también algunas praetextae, este género alcanzó su máximo esplendor en el siglo II a.C. con Pacuvio y Accio.

Posteriormente, escribieron también tragedias Quinto Tulio, hermano de Cicerón, e incluso el mismo Julio César, que compuso en su juventud un Oedipus. En época imperial, el más famoso autor de tragedias fue Pomponio Segundo. Sin embargo, de este período únicamente se han conservado las de Séneca. 


3.1. Séneca (c. 4 a C.- 65 d.C.) 

Lucio Anneo Séneca nació en Corduba, en la provincia romana de la Baetica. Era hijo de antiguos colonos romanos asentados allí desde hacía tiempo. Muy joven fue llevado a Roma, donde recibió una esmerada educación. Entre otros maestros, escuchó las enseñanzas del filósofo estoico Átalo. Intervino también en las intrigas políticas que dominaban la corte imperial, y en el año 41 d.C. fue desterrado a Córcega por el emperador Claudio. Ocho años más tarde, la emperatriz Agripina lo hizo volver del exilio para que fuera preceptor de su hijo Nerón. Tras la subida de este al poder, Séneca se convirtió en su consejero y ejerció una gran influencia sobre él. Asistió, resignado, al asesinato por parte de Nerón de varios miembros de la familia imperial, como Británico, la propia Agripina o su esposa Octavia. Séneca se fue alejando cada vez más del emperador, hasta que Nerón lo acusó de participar en la conjura de Pisón para acabar con su vida y le ordenó que se suicidara, como en efecto hizo. Así pues, Séneca, en poco más de sesenta años de vida, pudo asistir al final del principado de Augusto y a los reinados de Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón.

La figura de Séneca ha recibido numerosas críticas debido a su intervención en los asuntos políticos de la época, y se le ha acusado de ambición y de hipocresía por haber amasado supuestamente una fortuna considerable (cifrada en más de 300 millones de sestercios), mientras que en sus obras alaba las bondades de una vida de pobreza y frugalidad. 

De la obra trágica de Séneca se han conservado nueve piezas, todas ellas de temática mitológica griega:

Hercules  furens, Las troyanasLas fenicias, Medea, FedraEdipo, Agamenón, Tiestes y Hércules en el monte Eta. También se le atribuye una praetexta, Octavia, aunque su autoría es bastante discutida, al igual que Hercules en el monte Eta.





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