Lírica








1.1. La poesía lírica en Grecia


La lírica griega abarca desde el siglo VII a.e. hasta el año 500 a.e.; es decir, hasta finales del siglo VI a.e. Se trata de un período lo suficientemente dilatado como para dar cabida a toda una variedad importante de autores, obras y estilos. Así, frente a la homogeneidad de otros géneros literarios, como la épica o el drama, la lírica
se presenta como un mosaico muy variado y fragmentado.
Podemos establecer una primera clasificación entre lírica coral y no coral, que, a veces,
simplificando en exceso, llamamos monódica.

1.2 La lírica coral

La lírica coral estaba vinculada en sus orígenes a rituales que tenían al grupo o coro como
protagonista del canto y, en ocasiones, de la danza. La lírica coral contaba casi siempre
con el mito como elemento base de la composición.
Dentro de la lírica coral, los tipos son muy variados entre sí, según la personalidad del dios o
del héroe a quien se dediquen, o del coro que los ejecute o, incluso, del motivo por el que se
hayan compuesto. Son los siguientes:

· peanes, himnos entonados en honor de Apolo;
· ditirambos, cantados y danzados circularmente en honor de Dioniso;
· partenios, cantos procesionales acompañados de la danza de jóvenes doncellas;
· epinicios, odas en honor de los vencedores en las competiciones atléticas;
· trenos, cantos de lamento con motivo de algún hecho luctuoso;
· epitalamios, cantos nupciales.

El desarrollo de este tipo de lírica se vincula con el Peloponeso, y, en consecuencia, con el
dialecto dorio. Las composiciones se ajustan a esquemas métricos que forman estrofas, a las
que se oponen las correspondientes antístrofas. Se trata de un esquema de responsión
alternante, que encontraremos más tarde en los coros de la tragedia. Los esquemas métricos
son de una gran complejidad.
Bajo el epígrafe de líricos corales se agrupan las figuras de Alemán, Estesícoro, Íbico,
Simónides, Baquílides y Píndaro.
Alcmán de Sardes (siglo VII a.C.)
Aunque nacido en Sardes, en Asia Menor, este poeta vivió, pensó, sintió y escribió en laconio,
el dialecto del Peloponeso.
Alcmán expresó la cara risueña, femenina y delicada de Esparta, que ofrece un claro
contrapunto al guerrero cantado por Tirteo. Las fiestas en las que participaban coros
femeninos de doncellas que rivalizaban en cantos y danzas fueron motivo de inspiración para
el poeta, que plasmó todo ese ambiente en unos partenios -cantos de doncellas - insuperables.
En ellos, además, Alemán ofreció estampas de la vida cotidiana, como el fuego, la lumbre, el
puré de guisantes, la cuajada, los bollos o los pasteles, que salpican los versos de este poeta de
un intimismo nuevo en la literatura griega.
Alemán manejó con maestría las imágenes, lo que le acredita como un poeta que no pretende
tanto hacer pensar o reflexionar como deleitar al auditorio.
Estesícoro de Hímera (siglo VII a.C.)
Procedente de Sicilia, este poeta parece ser, por un lado, puente entre la épica y la lírica y, por
otro, puente entre la lírica y la tragedia.
El mito está en el centro de su obra, como lo demuestran los títulos de algunos de sus poemas:
«Gerioneida», «Cerbero», «Caza del jabalí», «Orestía», «Destrucción de Troya» o «Palinodia», pero para él no es pretexto o paradigma; el mito le interesa simple y llanamente en la medida en que forma parte de la tradición y puede aprovecharse con motivo de las fiestas y celebraciones populares.
Estesícoro no es original y carece del brillo poético de Alcmán, pero, por su perfección técnica y por su condición de bisagra entre géneros literarios, es cada vez objeto de un estudio más atento.

Píndaro de Cinoscéfalas (518-446 a.C.)

El mayor de los líricos corales griegos nació en Beocia. Su producción se compone de
epinicios u odas triunfales. En Píndaro, el canto coral en honor a los vencedores en los juegos
alcanzó una perfección no exenta de complejidad. Poeta viajero por las tierras de Grecia,
levantó acta de los certámenes atléticos en sus cuatro sedes, que dan nombre a su obra,
Epinicios:
 Olímpicas, dedicadas a los vencedores en Olimpia;
 Píticas, en honor a los triunfadores en Delfos;
 Nemeas, en honor a los vencedores en Nemea, e
 Ístmicas, en honor a los triunfadores en los juegos ístmicos.
A ello se unen ditirambos, partenios y peanes, de los que sabemos muy poco. Píndaro escribió
en dialecto dorio, en una métrica compleja, y ajustó sus odas a una estructura que se repetía.
Comenzaba con una introducción en la que se citaba al triunfador; a continuación, se dedicaba
a establecer relaciones entre éste y su tierra con algún personaje de la mitología; por
asociación más que por contraste, recreaba un mito alusivo con un lenguaje farragoso teñido
de imágenes no precisamente claras. Al final, e! epinicio se cerraba con una γνώμη o
sentencia de validez universal, una reflexión que parecía anular el libre albedrío del ser
humano, que dependía por entero de la divinidad. Eso no quería decir que el atleta no debía
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formarse y prepararse. La riqueza, el valor, la preparación, el culto a los dioses, el amor a la
familia y especialmente a la tierra natal eran valores que Píndaro veía encarnados en los
héroes de la mitología; en especial, en Heracles, su personaje favorito. Afamado en vida, su
obra se ha conservado mejor que la de ningún otro lírico.
1.3 Lírica monódica
La llamada lírica monódica, o lírica no coral, tiene al menos tres tipos bien definidos: la
poesía mélica, la poesía yámbica y la poesía elegíaca.
1.4 La poesía mélica
Estaba vinculada a la isla de Lesbos, cuna de Safo y de Alceo, poetisa y poeta, respectivamente,
que fueron sus máximos exponentes. Se habla también de una poesía mélica
jónica, representada por Anacreonte. Resulta, en consecuencia, difícil ver puntos de unión
entre estos poetas, a no ser el hecho de que ni eran autores de poemas corales, ni yámbicos ni
elegíacos.
· La poesía mélica lesbia refleja el ambiente de la sociedad aristocrática de la época. El
dialecto es el eolio, y la métrica descansa sobre el verso coriámbico y esquemas estróficos
cerrados .
· La poesía mélica jonia es más intimista, y algunos poemas desprenden un eco festivo.
Safo de Mitilene (siglo VI a.C.)
Procedente de la isla de Lesbos, Safo fue la primera poetisa de Occidente y la voz lí¿ea por
antonomasia de todo este elenco de líricos griegos.
No interesan en exceso aspectos de su biografía o de su conducta. Tampoco es relevante saber
en qué consistía ese círculo de muchachas de Lesbos del que sin duda formaban parte Safo y
varias de sus amigas. Lo que interesa destacar es que Safo descubrió valores nuevos en el
espíritu griego. Su poesía está escrita y puesta al servicio de Afrodita.
Safo trató del amor en su totalidad: la plegaria para que la persona amada acepte y quiera
amar, la espera amorosa, la presencia de la persona amada, la infidelidad y los celos, la
ausencia de la persona amada; su regreso, la nostalgia de quien se queda y, especialmente, la
patología que caracteriza a quien está profundamente enamorado.
Safo empleó el dialecto eolio, el más delicado y grácil al oído, para crear compuestos
primorosos, jugar con las imágenes y para elaborar un clima de una sensualidad desbordante
que se hace palabra musical en su obra. Imágenes nuevas, alusiones a la noche, a la Luna y a
las estrellas enriquecen los poemas, compuestos con depurada técnica. Safo dominaba las
claves de la versificación y la métrica; ello le llevó a componer varios poemas en estrofas que,
a partir precisamente de ella, reciben su nombre: estrofa sáfica.
Anacreonte de Teos (siglos VI-V a.C.)
Cierra la lista de líricos monódicos Anacreonte, nacido en Teos, una ciudad de Jonia. Poeta
viajero más por obligación que por deseo, influyó en los ambientes refinados de la aristocracia
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en las cortes de varios tiranos. Vivió casi noventa años, por lo que pudo ver el mundo desde
las diversas atalayas que proporcionan los muchos años de vida. Abdera, Samos, Tesalia y
Atenas son las ciudades que marcan los distintos jalones de su producción poética, que tiene
tres temas centrales: el banquete y el vino, el amor y las etapas de la vida humana; en
especial, la vejez.
Se metro variado, su lenguaje claro y realista, sus imágenes sencillas y sus reflexiones !rrias y
profundas hacen que sea, junto con Safo, el autor que más pronto llega al lector de hoy. De
resultas de trivializar los temas de su poesía y de aprovechar su lenguaje sencillo y sus ritmos
ágiles, se gestó en época helenística y bizantina todo un corpus de poemas llamados
«Anacreónticas», que gozaron de gran popularidad en Europa a partir del siglo XVI.
Conviene, no obstante, separar bien la figura de Anacreonte de las llamadas «Anacreónticas»,
poemas mucho más frívolos y triviales.
1.5 La poesía yámbica
Recibió este nombre a partir del metro que usaba, el yambo, núcleo del trímetro yámbico,
verso que adoptó más tarde la tragedia. Este tipo de poemas presenta también versos sueltos,
con combinaciones métricas diferentes. Los poemas son breves, y en ellos caben temas muy
variados: burlas, consejos políticos, loas a los dioses, reflexiones morales, sentimientos
amorosos, quejas personales; todos encuentran en el yambo un vehículo perfecto para
conectar con el auditorio. El dialecto jonio, frente al dorio de la lírica coral, es el más usado.
Arquíloco, Semónides e Hiponacte son sus tres autores más representativos.
Semónides de Amorgos (siglo VI a.C.)
Natural de Amorgos, isla del Egeo, continuó la tradición yámbica inaugurada por Arquíloco.
Era un aristócrata cansado de vivir: el pesimismo está en su obra, así como la amargura. En el
«Yambo de las mujeres», el autor descargó su bilis contra el género femenino. Clasificó a las
mujeres en diversos tipos, y comparaba a cada uno de ellos con un animal. Todas las mujeres
eran un cúmulo de defectos, excepto las que podían compararse con la abeja, hacendosa y
trabajadora.

1.6 La poesía elegíaca

Comparte con el yambo el hecho de ir acompañada al son de la flauta, y no de la lira,
como la poesía mélica. La variedad de temas y el metro sobre el que descansa -el dístico de
ritmo dactílico- hacen pensar en una contaminación o fusión de dos ramas diferentes: la
orientalizante y la que arranca de la épica jónica. A partir de temas tristes o dolorosos, la
elegía va dando cabida, al igual que el yambo, a todo tipo de asuntos; en especial, a consejos
morales, reflexiones éticas y exhortaciones a la guerra.
No obstante, sin ser tan directa y agresiva como la poesía yámbica, la poesía elegíaca llegaba
al auditorio con un frescor y una inmediatez mayor que ningún otro subgénero lírico. La lista
de poetas es variada: Calino, Tirteo, Mimnermo, Solón, Jenófanes, Teognis. Tal vez sean
Solón y Teognis los más representativos de la poesía elegíaca.
Solón (siglos VII-VI a.C.)
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Personaje polifacético, el ateniense Salón aunó en su figura al poeta, al político y al sabio.
En la Atenas de finales del siglo VII y comienzos del VI a.C., Solón desempeñó un papel
de mediador, intentando conciliar los intereses de los aristócratas y los de las clases
populares. Sus versos son una exhortación al diálogo, a la moderación, al equilibrio, así
como una justificación de sus ideas y actuaciones políticas. Pero, con ser esos poemas de
gran interés, lo que más llama la atención son sus reflexiones de tipo ético. Solón, al
contrario que Mimnermo, pensaba que la vejez es la culminación de experiencias y
saberes que va recopilando el hombre a lo largo de su existencia. Dividía la vida en diez
etapas de siete años y explicaba con brevedad e ingenio los rasgos específicos de cada una
de ellas.
Tirteo (siglo VII a.C.)
El espartano Tirteo hizo de la elegía una oda a la lucha en la batalla y creó tópicos para la
posteridad: la pelea con fuerza y con fe, el apoyo al compañero, la caída y la muerte
gloriosas, la fama inmortal, el ejemplo de los antepasados, el resistir antes que rendirse,
etc., tópicos que salpican la obra de un Tirteo que ha quedado inmortalizado como el poeta
nacional de Esparta.
Teognis de Mégara (siglo VI a.C.)
Conservamos casi 1500 versos atribuidos a Teognis, aunque se piensa que ese Corpus
theognideum incluye, además de los versos del autor megarense, otros de época clásica,
helenística e imperial. La temática es variada: el banquete -con loas al vino y al
comportamiento del buen bebedor-, la patria, la amistad, el odio y la sociedad. Hay toda
una defensa de la aristocracia, al tiempo que se fustiga a los nuevos ricos, incultos y
ambiciosos, que intentaban socavar el orden establecido.

1.7 Temas y pensamiento

Para concluir, mencionamos brevemente la temática que encontramos en la lírica:
 El hombre de la Grecia aristocrática es su protagonista, así como su dimensión
religiosa, individual y colectiva.
 La fuerza del poeta y su conciencia de estar al servicio de las musas.
 Mitos, plegarias, sentencias, reflexiones éticas, cantos a la fiesta y al banquete y las
edades del hombre.

El pensamiento de los líricos es dual. A una visión optimista se contrapone otra pesimista; a una positiva, otra negativa. Son muy pocos los puntos que concitan unanimidad, pues ni siquiera los dioses están a salvo de ciertas discrepancias.

En cualquier caso, y frente al universo bélico de la épica, los líricos nos llevan a un terreno más cotidiano e intimista, donde el hombre aparece como un ser frágil y fuerte, independiente y sumiso a un tiempo, lleno de cambios y de contrastes.

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